Atadillo de Lavanda. Este es uno de los atadillos de hierbas más utilizados para la relajación debido al relajante efecto de la lavanda y a su buen aroma floral que perfuma la sala con un ambiente totalmente natural. El sahumerio de lavanda es utilizado en sesiones de relajación y meditación además de usarlo para personas con una vida agitada y ajetreada debido a la paz y calma que ofrece a aquellas personas que disfrutan de este hermoso limpiador de energías negativas La Lavanda es mundialmente conocida por sus propiedades curativas, relajantes y purificantes. Actúa como relajante en el sistema nervioso central, disminuyendo el estrés, la ansiedad y el insomnio. Ayuda a calmar los nervios y a armonizar la mente, combate el dolor de cabeza, la irritabilidad y ayuda a apaciguar las emociones. La lavanda restaura la armonía y hace los espacios más pacíficos; también atrae la energía del amor. Mantiene alejada la negatividad y el pesimismo. Promueve la relajación profunda preparando la mente y el cuerpo para la meditación, yoga o simplemente un momento de relax. Es una fragancia fresca, limpia y primaveral, que no se siente pesada pero crea un ambiente regenerador en el hogar, oficina o trabajo. CÓMO SE USA Principales situaciones donde se recomienda quemar un Sahumerio de Lavanda: Antes de irnos a dormir para poder estar en calma y aliviar el insomnio. Cuando nos encontremos estresados, intranquilos o sintamos una gran negatividad. Ante un nuevo comienzo: ya sea una mudanza, un empleo nuevo o ante un nuevo negocio. Después de haber tenido contacto con una persona cargada de energía negativa o enferma. Antes de meditar. Después de un periodo de convalecencia como una enfermedad. Después de una discusión. Antes y después de una sesión de terapia. Este ritual de purificación es una práctica universal. Necesitas un sahumerio, una pluma o abanico y un cuenco para recoger la ceniza que sea resistente al calor, como una concha de abulón o un sahumador. Enciende la salvia dentro del cuenco, preferiblemente con una cerilla. Sopla para avivar el fuego y deja que se apague. ¡Cuidado con las chispas! Sahumar: acerca el humo a las personas que participen en el ritual. Con el abanico, dirígelo a la cabeza, los brazos, las piernas, la espalda... Limpieza: recorre el espacio a purificar con el cuenco, dispersando el humo con la pluma o abanico. Hazlo llegar donde tu intuición te guíe. Recuerda que la intención es la base de cualquier sahumerio: si tu corazón es puro y tu anhelo noble, potenciarás sus efectos. Ventilar después de su uso. No inhalar el humo directamente.